“Comer pieroguis y leer Fernando Pessoa; leer Szymborska y comer sardinas.”

No sé, qué significa ser portugués. No sé, qué significa ser polaco. Lo quise verificar en librería, en sección de libros científicos. No encontré nada. Luego hablé con varias personas. Cada uno de nosotros tiene algunas ideas. Pero todo depende de punto de vista. Depende de si eres observador u observado. Esta vez olvidemos teorías de otras personas. Este texto no es ninguna explicación. Es una prueba de cálculo.

Mi profesor de antropología (de Chile) dijo, que no sabía si Portugal es Lisboa o Lisboa es Portugal. ¿Se puede decir lo mismo sobre Varsovia y Polonia?

Mirandolo desde una distancia, vemos un país, pero si lo miramos desde cerca, vemos distintas regiones, norte, sur, este y oeste. Todo esto implica distintos tipos de lo polaco y lo portugués.

Mis opiniones están basadas en observaciones. Cultura de cada país, tal como algunos objetos, debe quedar en su sitio original, para que la podamos apreciar y su luz pueda lucir verdaderamente. Acepto mezclas, experimentos, una porción de Portugal en Polonia y al revés.



Sin embargo, laboratorio de cada cultura funciona correctamnete solo en su sitio correspondiente, como si espacio, tiempo y gente fueran sus componentes principales. No soy partidario de la estandarización de cultura. Me gusta la variedad. No se puede empaquetar cultura y venderla en supermercado. Podemos tocarla, sentirla, experimentarla.

Mantenernos en su superficie o contener el aliento y sumergirnos en su profundidad. Podemos llevar guía con nosotros. O, no. Y GPS puede ser un complemento interesante, un extraordinario defecto positivo que nos hace querer saber más. Podemos hablar sobre historia, sociedad, clima, comida, cultura, habitantes, podemos experimentar otra cultura con todos los sentidos (estamos demasiado acostumbrados a nuestra propia cultura y nuestro cuerpo no se esfuerza demasiado, y por lo tanto los extranjeros a veces ven cosas mejor que nosotros mismos).

Una porción de Polonia: arquitectura, paisaje, caras de mujeres, espacio urbano, estaciones de trenes, ortografía, esculturas, colores impresionantes de árboles en otoño, cerveza polaca, publicidad callejera, Tatras, humo que sale de chimeneas durante el invierno, horizaonte encima del mar báltico, lo gris, marrón, verde, (¡verde!), blanco, tono del idioma, apellidos de la gente, diminutivos de nombres, voces de los demás, paseos sobre la nieve, piano de Chopin, tono de mi voz, cuando intento hablar polaco, olor de la comida, sopas, pieroguis, verdel, café con canela, chocolate caliente en invierno, aroma suave de hierba fresca y mojada en primavera, olor de carbón en aldeas los días de invierno, sumergir manos en la nieve, toque de frío en la cara, agua de báltico en verano, ropa cálida vestida una encima de otra, lluvia en la piel, pies sumergidos en la hierba, vodka, té, kéfir, treinta (¿o incluso más?) marcas de cerveza, pescado ahumado, oscypek caliente (queso fabricado por montañeses), arándanos del bosque, setas, vino caliente, todo en prisa.

Empecemos con afirmación de que una cultura no equivale a otra. Yo veo cultura como casa, a la cual uno siempre puede entrar. Es casa sin ventanas. Puedes vivir en ella o estar allí solamente de vacaciones. Existe antes de tu llegada. Sin embargo, cuando empiezas a traer cosas, la casa empieza a ser tuya. Cultura y arquitectura.

Todo, si quieres entrar. Turismo, es mirar la casa desde fuera.

Pienso sobre arquitectura de la gente, arquitectura de portugueses y arquitectura de polacos. Y pienso sobre arquitectura que una en sí estas dos arquitecturas. Existe también arquitectura de sonidos, palabras, gestos. Arquitectura de lo invisible y de lo que nos está formando. Arquitectura de viento, sol, lluvia y nieve.

Y ahora Portugal. Ideas, imágenes, asociaciones muy personales, lentas: mar, tierra, poblaciones que parecen aldeas (¿habéis ido alguna vez a Porto?), largas noches de verano, peces, ritmo lento, poesía, cafeterías, luz, colores, agua, comida, llanuras, árboles solitarios, dieta mediterránea. Palabra norte inscrita en el horizonte y en los ojos de ancianos sentados por las tardes en bancos.

¿Cómo decirlo? Hay cosas que no se encuentran en mapas ni en Google Earth.

Cada uno de nosotros tiene su país verdadero y otro creado por la imaginación. País sin principio ni fin, sin tiempo. Cada uno de nosotros tiene mapa, que nos dirige a nosotros mismos.


A. Xavier

Traduccion: Joanna Kicińska