Se puede escribir muchísimo sobre un país tan maravilloso como Polonia, sobre su capital, Varsovia. Se puede describir la belleza del paisaje, la hermosura de las ciudades. Pero la verdadera riqueza de Polonia es la gente. La gente trabajadora, honesta, sabia. Pero yo quería hablar sobre las mujeres. Las mujeres polacas. No he viajado mucho. He estado en Ucrania, porque allí nací y pasé la mayor parte de mi vida. Visité Rusia, inclusa viví allí algunos años. Estuve en Bielorrusia 2 o tres veces. Una vez estuve en Suecia. Trabajé allí. También visité Moldova. Pero tantas mujeres bonitas y peculiares he encontrado solo en Varsovia. No tengo miedo de que mi esposa lo lea, porque ella es polaca y es la más bonita para mí. Es posible, que en todo el mundo no hay un país con la riqueza así. Se puede ver que con los genes todo está bien en la nación polaca.

Cuando mi esposa trabajaba en una peluquería en Varsovia, ella encontró a muchas mujeres, a las cuales estaba haciendo la manicura. Pero dos de ellas convirtieron en unas amigas verdaderas de nuestra familia.

Una de esas mujeres maravillosas es señora Bozena. Es una santa. Señora Bozena desde el principio cuidé de nosotros como la madre y nos ayudé como podía. La está haciendo hasta hoy y nosotros también probamos ayudarla cuando es posible. Su vida era muy dura. Cuando era joven, trabajaba en EEUU, en Inglaterra. Compró un apartamento en Varsovia. Pero su madre y su padre padecieron de cáncer. Señora Bozena amaba a sus padres y decidió cuidar de ellos. Tiene una hermana, pero ella vive en los EEUU. Cuando la hermana tenía algunos problemas, señora Bozena ayudaba también a ella. Esa mujer tiene una alma maravillosa. Yo sé, que esta señora ha ayudado no solo a nosotros, pero también a cada persona, a la cual puede ayudar. Su madre murió, pero ella estaba con la enferma hasta su fin.

Aunque señora Bozena está enferma y se está esperando por una operación (de rodilla), su alma es siempre preparada para ayudar a otros. Pero sobre todo señora Bozena se ve bien cada día. Segunda mujer bonita de la cual quería hablarles es señora Ewa. Es una polaca verdadera. Cuando oyó sobre nuestros problemas empezó a ayudarnos como podía, aunque nosotros no le pidiéramos.
Después, cuando ella nos contó sobre su vida pensamos que deberíamos ayudarla. Pero ella manejaba todo, incluso ayudaba a otros. El marido de señora Ewa había estado enfermo por algunos años y murió. Cuando el marido estuvo enfermo, ella montó una empresa. Tenía que trabajar mucho para curar el marido y dar comer a tres niños. Cuando ella estaba trabajando, de su marido y de los hijos menores se ocupaba la hija mayor, la cual tenía entonces 15-16 años. Ya han pasado algunos años desde la muerte de su marido, los hijos han madurado. Tienen 23, 19 y 18 años. Señora Ewa todavía tiene la empresa, su hija mayor también trabaja todo el tiempo y estudia. Tiene los padres en un campo 100 kilómetros de Varsovia, 2 hermanos. Tenía un hermano más, pero él murió en un accidente y dejó a la esposa y 3 hijos, los cuales viven ahora con los padres de señora Ewa en el campo.

Señora Ewa cuida de esos hijos y de sus padres. Especialmente construyó un edificio pequeño al lado de la casa de los padres, para que tenga un lugar para vivir cuando les visita con sus hijos. En la casa de los padres no hay lugar suficiente y es muy viejo. Por eso ellos decidieron construir una casa más grande. Considerando todo esto me extraña que señora Ewa es una mujer tan atractiva y esmerada.

Estoy encantado con estas mujeres tan fuertes. Recemos a Dios y pidamos que les ayude con sus problemas. Si en Polonia hay mujeres así, la nación polaca es muy fuerte y tiene el corazón abierto para todos.
Aquí en Polonia vimos con mi esposa cuando una polaca ayudaba a una ucraniana luchar con una enfermedad. Observamos como una polaca ayudaba a la gente después del terremotos en Haití y Japón.
Vemos que muchos extranjeros viene a Polonia y se siente confortable en este país. Y nosotros también somos muy felices que podemos vivir en un país tan maravilloso.

Anatolyi Pudlo


Traducción: Justyna Waszczuk