2010 fue el año de Chopin en Polonia. Federico, ese músico que con su obra apasiona por siglos a cuánto oyente se tope, vivió físicamente en el siglo XIX y sigue viviendo en su música. Me pregunto ahora: ¿qué estoy haciendo, explicándole a la gente de Polonia quién fue Chopin?. La respuesta suena: siempre puede haber alguien que no sepa quién fue Chopin. Algo poco probable en Polonia, pero en Argentina lo es mucho más. Siempre despertó mi más profundo respeto ver que a los grandes compositores (en este caso, EL compositor Polaco) se les realiza un muy merecido homenaje. En Argentina tales homenajes a los grandes creadores locales de música académica (o también entendida como “clásica”) son sólo grandes deudas. Quizás a excepción de Piazzolla, que goza de un reconocimiento internacional y también constante, los nombres de muchos compositores están perdiéndose en las brumas del olvido. Por un pueblo que no es consciente de su propia riqueza, una de las características más tristes de Argentina. Es así como en Polonia, en la academia de música de Bydgoszcz, pude oir interpretaciones de Alberto Ginastera que en Argentina rara vez tuve la oportunidad de escuchar, además de cansarme de escuchar cómo muchos alumnos se medían (¡con mucho gusto!) con obras de Piazzolla.

Mi más grande reverencia a todo esto por parte de la cultura Polaca. Volviendo a lo primero, 2010 tenía que ser un año particular para Polonia, en el que se iba a oír fuerte el nombre del máximo músico Polaco de todos los tiempos. 200 años se cumplían de su nacimiento en Zelazowa Wola y era una ocasión de vida para celebrar aquel lejano momento en el que el foco de la música mundial bajaba a un territorio que en ese momento se encontraba en un breve paso de indefinida independencia entre las ocupaciones de sus vecinos.

Polonia fue, en el 2010, una fiesta de un año de duración en la que pasaron conciertos, concursos, festivales con grandes estrellas del ámbito e instalaciones multimediáticas. Por un año entero hasta algunos bancos de algunas calles pasaron los grandes éxitos del romántico Polaco. Fue en el 2010 dónde, nuevamente y con la ocasión de este año Chopiniano, ví a una Argentina interpretar, para el público polaco, a Fryderyk. Obviamente, estamos hablando de la gran pianista Martha Argerich.

Siempre hay un lado no tan positivo y es que ese 2010 para algunas personas no les resultaba demasiado fácil sobrevivirlo. El señor D., un gran amigo mío de méxico, toca junto a su mujer en una orquesta de música renacentista. Tuve una oportunidad de ir a verlos al palacio real de Varsovia donde tenían programado un concierto de... Brahms, contemporáneo de Chopin (o sea, no ni un pelo de renacimiento) . Me sorprendió que así pasara y le pregunto por el porqué de ese repertorio, a lo que me contestó que la orquesta, si no tocaba esa música, se moría de hambre. El concierto no fue demasiado bueno puesto que los instrumentos de época no son los indicados para esa música. No hubo por todo ese año contrataciones para tocar música renacentista. Y de algo había que vivir ¿no? . Del mismo modo muchas de las cosas que se produjeron a nivel artístico en Polonia estuvieron bajo el común denominador de Chopin, a veces sin importar demasiado el resultado. Fryderyk llegó a límites nimaginables de su expresión y un número importante de artistas llevaron a esos extremos a esta figura. Porque ese año era el momento indicado para hacerlo. Y de algo había que vivir.

El resultado del 2010 Chopiniano en Polonia fue positivo pero a la vez dejó un poco la sensación de saturación con el romántico predilecto. Me hace recordar a la respuesta que dí este año cuando me preguntaron (para el documental de la Universidad de Música de Varsovia) si me gustaba Chopin, que fue:”Si, pero en dosis correctas”. Todo el mundo quiso expresar su sentimiento (o su falta) hacia Chopin, lo que provocó que algunos artistas hicieran una reacción a todo el homenaje, que estaba produciendo varias cosas de dudoso gusto. Hay quienes lo hicieron con gran humor, como es el caso de Profesjonalizm, la banda de Marcin Masecki. Su primer disco, “Chopin, Chopin, Chopin”, poco tiene que ver con la música del compositor pero es una clara broma a todo lo que pasaba en Polonia. Chopin es como el Maradona local, como dije alguna vez. A Maradona se lo sobrevenera muchas veces, pero en un alto grado lo tiene merecido.

En 2011 viajé junto a mi M a Argentina a visitar a mis padres, que me esperaban después de casi dos años sin vernos. En un mes y medio de viaje visitamos muchísimos lugares y fue, para M, todo un descubrimiento de nuevos olores, lugares, sensaciones y gente. No sólo estuvimos en Buenos Aires, también pasamos por Rosario, Córdoba hasta llegar a La Rioja, donde hay unos campos donde crecen olivos y nueces. Por todo el viaje casi me había olvidado de Chopin si no fuera que M es pianista egresada de la Academia de música de Bydgoszcz y, de vez en cuando, tenía que demostrar sus habilidades en el teclado. También oímos algo de Chopin en el conservatorio en el que había pasado tanto tiempo hasta terminar mi estudios de guitarrista. Fue luego, en La Rioja, dónde me dí cuenta que Chopin vive en mí. Viajando de vuelta a Buenos Aires decidimos visitar el Talampaya, una enorme reserva ecológica que tiene un gran cañón con unas impresionantes paredes de unos 150 metros de altura. Les recomiendo muchísimo ir a visitar ese lugar. La cuestión es que hay un sector del talampaya en donde hay unas rocas que parecen estatuas. Dicen que algunas se parecen a los tres reyes magos, otras a la sagrada familia de Gaudí. Fue en eso, que ví en una serie de rocas la clásica estatua que hay en el parque Lazienki. Es Fryderyk y su piano volador, como pueden ver en la foto que saqué. ¡No estoy loco, sólo estuve sobreexpuesto!

Para cuando estoy escribiendo este texto se acerca el fin del 2011, año de Milosz (por si no se dieron cuenta) y se acerca, en el calendario Polaco, el año del fútbol (si no se acaba el mundo antes). Así como para el año de Chopin vino Marta Argerich quizá este año venga “el Diego” ¿no?. Así podemos seguir haciendo crecer el puente Argentino-Polaco.


Nicolas de la Vega