Así como lo dijo el famoso manager de Liverpool Bill Shankly: “fútbol no es cuestión de vida o muerte… es algo más importante”. En estas palabras se incluyen los sentimientos de un británico común hacia un deporte más popular en el mundo. En Gran Bretaña no es posible evitar el contacto con el mundo de fútbol. En las oficinas, tiendas, en las calles o pubes se oyen conversaciones continuas sobre avances de los equipos o sobre discusiones de un jugador con un agente. Los medios de comunicación constantemente inventan y difunden chismes y rumores para concentrar la atención de todos en un juego que se convirtió en algo más que un deporte y se estableció en la cultura popular.
La televisión nos enseña continuamente partidos, acciones y los mejores momentos en varias ligas de fútbol europeo, juvenil, femenino; y hay tanto de esto, que se puede ver partidos siete días a la semana. De otra parte, fútbol en Polonia está empujado al margen de la sociedad como un juego relacionado con gamberrismo y adorado por la chusma. Cuando en las oficianas se habla del fútbol, las conversaciones se centran en los mejores equipos europeos, en vez de la liga polaca. Es más, la liga polaca es, muy a menudo, ridiculizada y cuando pregunto por las preferencias hacia los equipos polacos, frecuentamente mis intercolutores tardan mucho con la respuesta. Por tanto, esta cuestión me interesó y, como un aficionado de este deporte bonito, decidí empezar a apoyar el fútbol polaco.

Cuando me trasladé a Polonia, no tenía ni idea sobre los estandares futbolísticos de aquí y lo único que conocía de verdad, si hablamos del fútbol polaco, era el famoso partido en Wembley en 1973. Gracias a mis conocimientos universales sobre el fútbol sabía que Lato marcó el mayor número de goles en campeonato del mundo en 1974 y que al portero Tomaszewski, le llamaban “payaso”. A pesar de todo esto, no tenía la menor idea sobre los partidos en el país. La primera diferencia que noté, era la manera de comentar el deporte en los periódicos y en la televisión. En Gran Bretaña, un partido o una transferencia importante se encontrarían en las noticias princiaples al principio del programa. En realidad, en los periódicos, las noticias del mundo del fútbol vienen en las primeras y no en las últimas páginas. Sin embargo, en Polonia, todo es diferente: sobre el deporte se habla en un programa separado, después de las noticias principales y solamente los saltos de esquí y esquí de fondo o Fórmula 1 ganan la popularidad (a menos que en los juegos participa la selección nacional polaca). Hablando de este tema con mis amigos polacos noté, que un polaco común está decepcionado por el fútbol, la selección nacional que es solamente una sombra de la de los años pasados, por la corrupción y que cada jugador bueno se va del país a la Europa de Oeste para ganar más dinero allí. Sin embargo, a pesar de que muchos lo ven de esta manera, hay personas que todavía sienten placer viendo los equipos locales. Hablo aquí, por ejemplo, sobre unos familiares de mi esposa que compraron billetes para todos los partidos de Legia. Cuando por fin decidí ir a ver un partido, me impactó muchísimo y me divertí mucho. La belleza del deporte visto en vivo consiste en su ambiente y pasión que pueden crear tanto 50 mil de personas en un estadio internacional como 5 personas en un parque local. De todos modos, noté muchas diferencias entre ver los partidos de la Primer League inglesa y los de los mejores equipos polacos. Uno de mis momentos preferidos de fútbol son las preparaciones. El ambiente antes del partido tiene algo que provoca excitación. Una mezcla de expectativas, nervios y emociones es siempre la misma en cada lugar del mundo. Por suerte, los rituales polacos antes del partido no difieren mucho de los ingleses. Tomar una cerveza en un pub es seguramente una costumbre internacional. Sin embargo, como es de esperar, en Varsovia una bebida popular es también vodka. Me parece que se la bebe por dos razones: primero, para combatir el frío y segundo, para poder cantar constantemente durante los 90 minutos. Después se entra al estadio donde, antes de la construcción de uno nuevo, nos saludaban unas impresionantes entradas giratorias de acero, ahora sustituidas por por unas electrónicas. Que es más raro, es más dificil entrar al estadio ahora, tal vez porque hay más gente allí o porque el sistema bastante complicado no funciona bien, entonces el primer sentimiento a la entrada al estadio es la frustración (¡qué suerte que la vodka/cerveza da efectos!). Encontrar un espacio para sentar no es dificil porque allí no hay sillas. En los estadios ingleses, guardias esperan por todos lados, verifican el número de nuestro asiento y nos acompañan hacia él. En Polonia no existe un lujo así: se elige un sitio y se queda allí hasta que alguien más grande nos obliga a movernos. Cuando pedí una tarjeta de abono, reservé un sitio, el cual después no vi. Me gusta este elemento de falta de la disciplina, porque significa que puedo ver cada partido de cualquier sitio. Durante los partidos más importantes puedo quedarme detrás de la portería, y durante los partidos regulares: en la esquina. Esto significa también que, si no quiero, no tengo que cantar durante los 90 minutos, que para un viejo como yo puede resultar bastante aburrido.

La mayor diferencia entre los partidos en Polonia y en Gran Bretaña se la ve ya después de comenzar el partido. En Inglaterra, nos gusta gritar y cantar canciones. Durante el partido se oyen gritos repetidos de los hinchas y otras voces ocasionales. En Inglaterra, los comentarios pueden ser primitivos, malvados, dirigidos a un adversario con brutalidad, que los hace chocantes y sin fundamentos. Desafortunadamente, es un fenómeno común. Sobre todo, durante los partidos hay un ambiente de independencia, la gente comenta, en la mayoría de la forma negativa, pero se puede burlarse de ellos o unirse a ellos. Canciones hay pocas porque, en los estadios modernos, es dificil coordinar el canto de unas canciones determinadas por los hinchas. Habitualmente se repiten 4 o 5 canciones, y a pesar de esto siempre se puede repetir unos lemas para motivar o desmotivar unos jugadores determinados. Para el contraste, los hinchas polacos parecen una orquesta sinfónica. Delante del scenario hay un líder con un altavoz o con un micrófono, que desempeña la función del director del coro. No hay ni un momento de pausa, las canciones se cantan durante todo el partido, y el lider motiva a los que están cansados y castiga a los que no quieren unirse. Es implacable y trabaja con la misma intensidad que los jugadores, motivando a los hinchas a apoyar a su equipo. Los hinchas le responden, interrumpiendo a veces, cuando se marca un gol o cuando el gol es aceptado. Sin embargo, el líder no calla aun en estos momentos, celebrando el gol o motivando grupos de hinchas. Durante el primer partido me quedé atónito; ¿por qué nadie ofendía a los jugadores? ¿Cuando puedo dejar a mis cuerdas vocales descansar? Solamente en la pausa podemos tener un momento de alivio y solamente después del partido podemos analizarlo.

Las diferencias en la manera de ver los partidos, las podemos tartar como analogías de nuestras sociedades: la espontaneidad de los ingleses tiene su reflejo en los acontecimientos del campo de fútbol. Durante un partido bueno hay un ambiente bueno y los partidos malos están recibidos por la multitud con frialidad. Los ingleses son más independizados del grupo y dirigen sus comentarios hacia el campo y no hacia si mismos; se puede hacer de si un espectáculo, es admisible. Una persona puede llevar a todo el estadio a cantar, 40 mil de personas sin mirar si es un ultras principal o un veinteañero que se dejó llevar por las emociones. Esto significa, que cada uno puede ser extraordinario…. o a veces ignorado. Todo es diferente en cuanto a los polacos, que se organizan para apoyar al equipo. A veces, uno se puede sentir obligado a esto, aunque el equipo pierde y juega mal. Parece como si existiera una necesidad de seguir a alguien más fuerte, más grande y más poderoso, y que de esta manera gana el respeto de los fieles; un hombre así debe ser una autoridad respetada por los hinchas. No es posible separarse de la manada y las canciones se refieren al club como tal y no a lo que pasa en el campo de fútbol. Los comentarios de los fans están reservados para su grupo de amigos y revelados solamente en algunos casos, si son realmente divertidos, como si un comentario así requiriera aprobación. Así, durante los partidos siempre hay un ambiente fenomenal, aunque como inglés, tengo problemas con apoyar al equipo que juega mal o sin utilizar toda su potencia. Pienso, cómo esta gente reaccionaría al ver a un chico de doce años. O, cómo reaccionarían sin un líder. Un ex jugador inglés Jimmy Greaves, cuando le preguntaron sobre lo que pensaba del fútbol, dijo: “es un viejo juego divertido”. El apoyo a este mismo deporte puede parecer diferente en distintos lugares. La verdad es que, si miramos a este deporte en Gran Bretaña y en Polonia, se pueden ver diferencias enormes. Gran Bretaña es la esencia de cómo se debería dirigir un deporte. Allí nos encontramos con una máquina de negocio, que gana una cuota de pantalla enorme en todo el mundo y que require los mayors precios y beneficios en cada aspecto del juego. La infraestructura va bien, entonces millones de niños pueden jugar cada día en cada lugar del país. Nuestros hinchas tienen el privilegio de ver solamente a los mejores. En Polonia, la realidad es todo lo contrario, porque allí hay que enfrentarse a muchos obstáculos y problemas. Sin embargo, a pesar de que este deporte se caracteriza por las diferencias tan grandes, esto no desanima a un hincha (y no debería desanimar) de ver a su equipo. Las restricciones financieras no significan que la calidad de los juegos es trágica. La pasión de los hinchas asegura que el fútbol es el deporte global. Aun después de Euro 2012 los hinchas de Varsovia van a seguir apoyando a sus equipos y van a soñar con un futuro mejor. Un hincha verdadero apoya a su equipo no solamente en su periodo de oro, sino también en los momentos difíciles.

Christopher Moore

Tłumaczenie: Joanna Kicińska