Lo confieso de una vez, es la primera vez que estoy en Varsovia durante agosto. Antes he pasado aquí todo julio, pero desde junio hasta agosto- es algo nuevo. Lo importante es que aparte de haber ido a Mazury por tres días, ya no saldré de la ciudad hasta el fin del verano, por eso intento hacer migas con Varsovia, la cual ataca a sus habitantes con lluvia o con un calor infernal.

Se puede decir que aun soy nueva en la ciudad, así que pongo atención a cosas que para los varsovianos son normales, pero para mí, saltan a la vista. La visita de mis padres me ayuda a apreciar aún más la ciudad, o la visita de mis amigos y compatriotas, porque para ellos, todo lo que hay en Varsovia es nuevo e interesante, y yo intento junto con ellos ver desde otro ángulo los detalles a los que ya me he acostumbrado.

Ya he escrito sobre el Vístula en otro folletín- sólo agrego que pasear por el Vístula, en lugares donde hay bares iluminados por la noche con lámparas, da la sensación de estar en el mar en Bulgaria- al momento te olvidas que te encuentras tan cerca del centro de la gran capital, y que mañana hay que ir al trabajo.

Otra cosa que sorprende mucho a la gente que viene a Varsovia, es el número de parques o de áreas verdes en la ciudad. Es más, no solo sorprende el hecho de que sean parques bien cuidados y lindos, sino la manera en que se pasa el tiempo en ellos. Cuando vinieron aquí mis padres desde Lvov, hicimos un paseo ya por la noche en Pole Mokotowskie. Mi amado primero nos llevó por entre árboles y arbustos en la oscuridad, que ya comenzaba a preocuparme de que, aparte de algunos ciclistas, no tendría que mostrar a mis padres, cuando de repente hemos salido a la luz y fue como si estuviéramos en otra dimensión. A las 10 de la noche, en un día común (era martes), la vida a nuestro alrededor floreció. Había puestos con crepas, limonada, restaurantes en los que mucha gente tomaba cervezas. Muchos montaban bicicletas, o estaban sentados (o hasta acostados) no sólo en las bancas, sino bajo cada árbol. Alguien decidió ir alrededor del lago, por aquí y por allá la gente descansaba, hablaba, cantaba, y a nadie le molestaba, era todo tan tranquilizador, porque no era una fiesta ruidosa de fin de semana, si no la relajación total tras un día de trabajo. En el aire se sentía la atmósfera del silencio y el tiempo para pláticas nocturnas. Mis padres estaban encantados, y yo comencé a pensar que había que salir de casa más a menudo por la noche. Cuando ya íbamos de regreso, mi papá vio una luz entre los árboles- le dije que seguro es el cine de verano. Mis padres se extrañaron por el hecho de que en el césped, frente a una pantalla, hubiese casi 300 personas. Le conté a mi padre que en Varsovia, durante el verano, pasan películas en algunos lugares a distintas horas, y que mucha gente asiste a tales eventos. En Lvov también hay cada vez más noches de cine como estas, la ventaja de Varsovia está en que aquí hay más espacio para eventos culturales.

Cuando paseamos por los Baños reales, mis padres notaron que los varsovianos no tienen complejos, porque todos se broncean acostados en el césped, nadie se avergüenza de su figura, hace calor, hay césped, así que se puede uno acostar y coquetear con el sol.

Quisiera también volver la atención al hecho de que Varsovia intenta darle a sus habitantes oportunidades para pasar bien el verano en sus terrenos: de ahí el cine de verano, tumbonas en distintas zonas, fuentes, arroyos. Y cuando alguno de mis amigos viene a Varsovia, al momento nos vamos de paseo al jardín ubicado en el techo de la BUW- es una experiencia increíble. En mi opinión, Varsovia en verano es un paquete de sorpresas. Primero vez una ciudad cansada y seca por el calor, que después comienza a sacarse de la manga sus ases. Es difícil encontrarlo al momento. Hace poco vinieron mis conocidos, quienes regresaban de Italia a Lvov, pasando por Varsovia. Lo único que alcanzaron a ver fue la Estación Occidental, Ochota (donde yo vivo) y Arcadia. Se fueron de Varsovia con la opinión de que no hay nada especial ni lindo- no los culpo, simplemente no alcanzaron a conocer la ciudad de verano, para quitarles su idea de una selva de concreto y parques.

Como cada ciudad en verano, Varsovia a veces molesta al habitante común, porque el aire acondicionado está demasiado frío en el autobús, o no hay aire acondicionado, o cualquier otra cosa, pero a veces vale la pena volverse de nuevo un turista, subirse a la cima del gigantesco Palacio de Cultura, ver la ciudad desde la perspectiva de un pájaro y pensar en lo lindo que es el verano en Varsovia…

Daryna Popil