La frase “calidad, servicio y limpieza” caracterizó desde tiempos inmemorables la cadena de comida rápida de arcos dorados.Es famosa porque resume en tres palabras lo que toda persona espera encontrarse cuando va a comer afuera : un buen plato de comida, buen trato, en un lugar limpio. Cada vez que salgo a tomar un café fuera de mi casa me encuentro con algún problema con alguno de los tres ítems. La primer cosa que siempre me llama la atención de Varsovia es porqué el café es tan caro. En Italia existe la tradición de desayunar en los bares, con un capuchino y un cornetto, porque es muy accesible (no más de un euro con 50, dos euros el capuchino más el croissant).. entonces porqué en Varsovia es tan caro? Parece como si la moda del café, lo hubiera vuelto algo exótico.
Y sobre todo porqué nos hemos acostumbrado a que ya nadie nos atiende? En este momento es más “cool” pagar por adelantado un sandwich que todavía no probamos, servirnos nosotros mismos, levantar nuestro proprio vaso de papel. Viniendo de Italia, sobre todo de Roma, me impacta ver la proliferación de cadenas de cafés con sus sandwiches empaquetados, sus cookies y sus mufings y no de bares atendidos por sus propios dueños, con sus menús “fatti in casa”. Los Varsovianos en cambio no parecen para nada sorprendidos.. como si en cada vaso de papel formaran más parte de Europa, como si en cada sorbo de espuma de leche el muro cayera nuevamente. Es verdad que durante mucho tiempo los bares/negocios privados estuvieron prohibidos y que desde que cayó el muro no todo el mundo pudo ponerse su proprio kiosquito. No es fácil lidiar con la burocracia de las licencias y las habilitaciones, me dice. No es fácil manejar un negocio proprio cuando nunca hubo cultura de libre empresa, me dicen una y otra vez.
Como ítalo-argentina este nuevo hábito no deja de descolocarme. En mi país tomar café es sinónimo de estar sentado horas delante de una pequeña tacita de café, un vasito de agua y alguna masita (incluída en el precio). Es sinónimo de compartir sobre todo tiempo con un amigo o con un libro. No es tan importante lo que se consume, como la estadía en el bar. En Italia el ristretto tiene también un tiempo “ristretto”, se toma de parado, en la barra, como una pequeña dosis de cafeína que nos haga seguir adelante con nuestro trabajo después del almuerzo. En Varsovia la password es “w miejscu o na wynos”?. La cantidad de gente circulando por la calle con tazas térmicas, o enormes vasos de papel llama la atención a quien no esté acostumbrado. Por otra parte estos nuevos “bar lecny” al revés tienen una novedad total respecto del resto de los negocios polacos: los que están del otro lado del mostrador son amables. Hablan idiomas, no se enojan si entrás con un niño, si tardás un rato en elegir lo que querés comer, (por el contrario, te sugieren qué comer) y no importa si pagás con cambio o con tarjeta. Son el espejo al contrario de los famosos bar lecny: no hay comida casera, la selección de comida es limitada, pero todo lo que está escrito en el menú está disponible, se come mal y caro, pero en cómodos sillones que nos dan la impresión de estar sentados en el living de nuestra casa, aunque estemos muy lejos de ella. Estos nuevos bares de la globalización crecen como hongos en toda la ciudad, tenemos nuestros portafolios atiborrados de tarjetitas que nos sellan para que nos den puntos para poder tomarnos un café gratis y tener otra tarjetita para llenar.Pero bueno, si consideramos que en realidad Polonia es ua país con hábito de tè y no de café.. puede entenderse “la novedad” en el vaso de Latte.
Julia Salerno